HISTORIA DE BELALCÁZAR (desde el Paleolítico al presente)

  Belalcázar es un municipio enclavado en el sector occidental de la comarca de los Pedroches, al noroeste de la provincia de Córdoba, en Andalucía. Su extensión superficial es de 355,99 km² y tiene una densidad de 9,53 hab/km². Sus coordenadas geográficas son 38º 34' N, 5º 10' O. Su término municipal limita: al norte, con Monterrubio de la Serena y Cabeza del Buey; al sur con el de Hinojosa del Duque; al este con El Viso; al oeste con Monterrubio de la Serena. Tiene una altitud media de 488 m.s.n.d.m, y dista 104 kilómetros de la capital de provincia, Córdoba. Su población es de 3.336 habitantes en 2017. El municipio se encuentra en una meseta de la Cordillera Mariánica, accidentada por cerros y colinas. En el Sur encontramos el cerro de la Atalaya, en el Oeste el cerro de la Alcantarilla y el Portachuelo, y en el Este tenemos el cerro de San Antón. En Belalcázar destaca la actividad agrícola y ganadera (sobre todo ovino, bovino y porcino), los sectores eminentes en Los Pedroches. Hasta el año 1833, Belalcázar y su comarca formaban parte de Extremadura. Con la reordenación territorial del ministro de Fomento Javier de Burgos, a partir de esa fecha vuelve a pertenecer a la provincia de Córdoba, en el partido judicial de Hinojosa del Duque. Hoy pertenece al partido judicial de Peñarroya-Pueblonuevo. En 1993 se crea la Mancomunidad de los Pedroches, en la que Belalcázar está integrada.


 

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Mapa de los 17 municipios de Los Pedroches. Belalcázar, arriba a la izquierda.


 

FOTO2 Foto aérea de Belalcázar. El primer término, el castillo bajomedieval (S.XV)


 

Belalcázar hunde sus raíces en la Prehistoria, como se demuestra por los restos materiales encontrados, y con pinturas rupestres en la cercana Cabeza del Buey (Badajoz). Se remonta al Paleolítico Inferior (800.000-90.000 a.C), con una industria de cantos trabajados, lascas y algún núcleo, procedente del arroyo de la Dehesa, lo que demuestra ya una presencia humana con cierta actividad en la zona. La siguiente etapa en estas tierras es, aparte del Neolítico, la etapa Calcolítica (conocida como Edad del Cobre o Eneolítico, fase de evolución de la cultura neolítica), en torno al III Milenio. De esta etapa contamos con dólmenes (muchos de ellos localizados e identificados), túmulos funerarios, estelas de guerreros, restos cerámicos y los llamados petroglifos circulares (ortostatos de piedra con círculos concéntricos cincelados en espiral), hasta ahora circunscritos al área noroeste de la península, sobre todo Galicia y Portugal. Estas estelas de piedra, con decoración incisa a base de círculos concéntricos, son abundantes en el término municipal.

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 Petroglifos circulares en ortostatos verticales de piedra. Belalcázar, Calcolítico. III-II Milenio.


 

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Esquema de una Estela de guerrero, en piedra, de Belalcázar. S.VIII-VII a.C


 

También es preciso hacer hincapié, dentro del denominado período Orientalizante (desde el Bronce Final, en torno al S.IX-VIII, hasta S.V-IV a.C), en el contacto de estas tierras con Tartessos y su amplia zona de influencia. Aunque no hay pruebas materiales que puedan corroborarlo, la cercanía del yacimiento tartésico de Cancho Roano (en Zalamea de la Serena, Badajoz, a unos 50 kilómetros de distancia en línea recta, con una cronología de entre los siglos VII-IV a.C) o el yacimiento tartésico de El Turuñuelo (Guareña, Badajoz, del S.V a.C) y la inclusión de esta zona en el mapa de extensión de su influencia (como recogen algunos investigadores), apuntan a un posible contacto e intercambio comercial con el epicentro del poder de Tartessos, entre Huelva, Sevilla y Cádiz.

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Yacimiento tartésico de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz). S.VII-IV a.C.


 

La presencia de pueblos íberos si se constata de manera más fehaciente. En el cerro en el que se asienta la Ermita de Ntra. Sra. de Gracia de Alcantarilla hay restos que indican una ocupación de pueblos íberos, pues contamos con un tramo (cada vez más escaso) de muralla prerromana a base de lajas de pizarra y mortero de cal, aparte de los restos cerámicos que pueden encontrarse. En el promontorio en el que se asienta el castillo bajomedieval (junto a la actual población), los restos cerámicos prerromanos también abundan, lo que podría indicar un núcleo íbero, posiblemente del S.II a.C. En ambos casos habría sendas fortificaciones que indicarían que estos poblados disputaban entre sí el control del territorio y la necesidad de protegerse.

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Restos de la muralla prerromana del enclave fortificado en el cerro donde se asienta la Ermita de Ntra. Sra. de Gracia de Alcantarilla. Hubo una importante fase de ocupación prerromana y romana, dada la potencia y entidad de los restos hallados aquí.


Para época cartaginesa se habla de la denominación Andolises, aunque no se sabe si es la denominación de un territorio o de un asentamiento. También ofrece confusión su localización por Plinio en la Beturia de los Túrdulos, por la falta de restos que puedan asentarlo. Otros autores han situado aquí la ciudad de Miróbriga, nombre de raíz celta cuya ubicación estaría entre Belalcázar y Capilla (Badajoz), pero sin confirmación arqueológica o documental que pueda contrastarlo.

La etapa romana sí presenta abundantes vestigios en el término municipal de Belalcázar. Aparte de la actividad minera que debió de arrancar en época romana (grupo de La Solana, Fuente del Charco, Las Tobosas, Cogollalta, etc), el puente romano de San Pedro, los restos de Torretejada o el Balneario de Santa María de la Selva (propiedad privada), la gran cantidad de monedas encontradas, que abarcan prácticamente las diferentes épocas, así como la abundante cerámica, lo confirman. Precisamente el anverso de una moneda romana, con la inscripción G.R. GAH CAST nos da su nombre romano: Gahet o Gaeta. Belalcázar también se ha relacionado con la región romana llamada SOLIENSE, y su capital era SOLIA, cuya ubicación aún no ha sido oficialmente localizada (al igual que Baedro, en la zona de Pedroche). Todo ello parte de la pieza de piedra con inscripción denominada Trifinium, hoy ubicada en el lateral izquierdo de la fachada principal de la Iglesia de San Miguel, bajo un cristal, en la plaza principal de Villanueva de Córdoba. Dicha inscripción en latín, fechada en el año 123 de nuestra Era, viene a recoger lo siguiente: «Trifinio entre los Sacilienses, Eporenses y Solienses, confirmada por el emperador Cesar Adriano Augusto con arreglo a la sentencia del juez Julio Próculo». Por otro lado, está también la identificación de estas tierras con la Beturia de los Túrdulos, dentro del Conventus Cordubensis, como refiere Plinio el Viejo en su obra. Por este término municipal pasaban, tal y como identificó D. Ángel Delgado Delgado (ilustre historiador belalcazareño) las calzadas romanas números 11 y 29 del Itinerario de Antonino. En el importante enclave de Torretejada se construyó una presa, que captaba el agua del arroyo del mismo nombre y servía para usos agrícolas aprovechando sus fértiles tierras, y una villa de gran entidad, de la cual se conservan restos de estructuras y cerámica. El Balneario romano de Santa María de la Selva, propiedad privada, cuenta con abundantes e importantes restos, visibles en superficie. En esta finca hay un ejemplar de palmera washingtonia (de la familia de las Arecáceas).

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Grupo minero de La Solana, al noreste del término municipal de Belalcázar, con explotación de minas de plomo desde época romana.


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El Puente romano de Belalcázar, a escasos metros de la población, en el camino a Castuera. Presenta firmes contrafuertes laterales romanos, y por encima discurre una calzada romana. Ha sido reconstruido en múltiples ocasiones, y actualmente su aspecto es de época medieval.


 

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Balneario romano de Sta. María de la Selva, en el término municipal de Belalcázar (propiedad privada). Cuenta con numerosos restos, y se supone allí la existencia de una villa altoimperial, del S.I-II d.C. Al fondo puede verse el ejemplar de palmera whasingtonia.


 

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Foto de la presa romana del arroyo de Torretejada, en la finca de Rebasco, al noreste de la localidad de Belalcázar. Presenta la peculiaridad de ser presa y tener una calzada romana sobre ella. Cuenta con varios aliviaderos de agua y tajamares para repartir el empuje de las aguas, sobre todo en épocas de crecidas. La zona presenta numerosos restos de época romana.


 

En época musulmana encontramos de nuevo a la localidad como núcleo destacado, un buen asentamiento defensivo aprovechando los restos preexistentes de la fortificación romana. El nombre árabe de Belalcázar es Gafiq (creado en el S.IX, pues son los restos más antiguos), dentro del rustaq de Usqufa, en la zona conocida como Fahs al-ballut o Llano de las bellotas. Según se deduce de las referencias de diversos autores árabes, Gafiq y Britaws (Pedroche) eran los dos núcleos fuertes de la zona, y rivalizaron el ser capital de este zona, siendo Gafiq quien destacase en los primeros siglos de dominación musulmana, para luego ser Britaws (Pedroche) el punto fortificado más importante, a partir del S.XI. Al Gafequi, autor de la Guía del Oculista, será un prestigioso médico oriundo de Gafiq. En 1236, en fecha indeterminada (se supone que antes de la conquista de la ciudad de Córdoba, a comienzos del mes de septiembre, y de camino a ella) Gafiq es conquistada por las tropas cristianas, aunque es posible que pudiera resistir y ser definitivamente conquistada en 1241. En julio de 1243 aparece ya integrada en el alfoz (territorio que rodea una ciudad y depende económicamente de ella) de Córdoba, con el nombre de Gahet o Gahete (recupera así el nombre romano). La repoblación subsiguiente debió de ser intensa en esta zona.

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Lienzos de muralla de la potente alcazaba árabe de Gafiq (Belalcázar), en primer término, abajo. El análisis mural revela una ocupación desde el S.IX hasta el S.XIII (entre 1236 y 1241 se fecha la conquista cristiana). El promontorio, rodeado por el arroyo Caganchas, tiene restos que indican asentamiento en épocas prerromana, romana, visigoda y todas las fases (emiral, califal, taifa, etc) de la dominación árabe. En la 2ª mitad del S.XV se construye el magnífico Castillo bajomedieval, que preside la espectacular panorámica.

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Busto dedicado en Córdoba al celebre médico oculista Al-Gafequi, que vivió en el S.XII y era oriundo de Gafiq (Belalcázar)

En 1444 el rey Juan II de Castilla dona Gahete y su término al Maestre (desde 1432, con 32 años) de la Orden Militar de Alcántara Gutierre de Sotomayor, junto con Hinojosa (futura Hinojosa del Duque), Fuente la Lancha y Villanueva (del Duque), en pago a los servicios de armas prestados en la guerra civil contra los Infantes de Aragón (por lo que mira más a Extremadura que a Córdoba). En 1466 (fecha del documento más antiguo con esa denominación) Gahete transmuta a Belalcázar (contracción de las palabras Bello-alcázar), y pasa de Señorío de Gahete a Condado con ese nombre, por concesión regia del rey Enrique IV (hijo y sucesor de Juan II), y en clara referencia a la magnificencia de la fortaleza que D. Gutierre comenzase a construir en el promontorio donde se encontraban los restos de Gafiq y los vestigios de la fortificación romana, fortaleza que terminarán su hijo D. Alfonso de Sotomayor y sobre todo su nuera D. Elvira de Zúñiga, la gran benefactora del nuevo Condado y sus extensas posesiones. Ella impulsará (y después sus hijas, a su muerte en 1483) la creación del Convento de Santa Clara de la Columna (antes San Francisco de Asís de la Columna, pues comenzó siendo de religiosos franciscanos), en la segunda mitad del S.XV (monumento religioso más importante de la provincia de Córdoba tras la Mezquita-catedral y habitado por clarisas), el otro gran conjunto monumental de Belalcázar junto con el castillo. La Casa Condal de Belalcázar entronca en la primera mitad del S.XVI con la Casa Ducal de Béjar y Benavente, en la figura de Francisco de Zúñiga y Sotomayor, impulsor del palacete renacentista adosado al Castillo y gran humanista. En la segunda mitad del S.XVIII pasa a formar parte de la Casa Ducal de Osuna, hasta bien entrado el S.XIX, cuando se disgregan sus títulos y su extenso patrimonio. Hoy, el título de Conde de Belalcázar recae en D. José Manuel de Zuleta y Alejandro (Melilla, 1960), XV Duque de Abrantes y XXII Conde de Belalcázar, Jefe de la Secretaría de su Majestad la Reina (Real Decreto 545/2014, del 25 de junio; BOE nº155, 26 de junio de 2014, pag.49262) y asesor personal de la Reina Letizia de España.

FOTO13   La impresionante silueta del Castillo de los Sotomayor-Zuñiga, de la 2ª mitad del S.XV. Tiene la torre del Homenaje más alta de España, con 47 metros de altura, y los escudos nobiliarios más grandes de los castillos peninsulares. Sufrió gran destrucción durante la Guerra de Independencia contra los franceses. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 2009 por la Junta de Andalucía, actual propietaria del castillo, junto a las construcciones hidraúlicas del entorno, donde entran el conjunto de El Pilar y la Fuente del Chorrito, en la carretera a Cabeza del Buey (Badajoz).


 

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Convento de Santa Clara de la Columna, en las afueras de Belalcázar, cercano a ella. Monumento religioso más importante de la provincia tras la Mezquita-Catedral. De la 2ª mitad del S.XV, fue declarado BIC en 1982. Tiene 7.000 metros cuadrados construidos, con una superficie total de 23.000. Sus artesonados mudéjares pasan por ser los mejores de la provincia, a juicio de los especialistas. En la foto, el patio de La Huerta, donde cada 4 años se celebra la obra de teatro popular EL HALCÓN Y LA COLUMNA, con los propios vecinos de la localidad.


 

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D. José Manuel de Zuleta y Alejandro, XV Duque de Abrantes y XXII Conde de Belalcázar, Jefe de la Secretaría de S.M. la Reina Letizia y asesor personal de la Reina, junto a ella. (Foto de la revista VANITATIS)


 

Belalcázar contaba en 1587 con 847 vecinos, pero fue diezmada su población por la peste y otras calamidades a lo largo de los siglos en este período del Antiguo Régimen. Su economía se basaba principalmente en la agricultura y ganadería; el mayor propietario era el Conde de Belalcázar. Los vecinos de la villa nunca poseyeron muchas propiedades y mitigaron la carencia de tierras utilizando las de los bienes comunales de la villa, a cambio de pagar una módica cantidad anual. Esta carencia de propiedades puede explicar la gran cantidad de belalcazareños que emigraron al continente americano en los siglos XVI y XVII, en busca de una vida más acomodada. Belalcázar fue la población de la comarca de los Pedroches que más personas aportó a las nuevas tierras ultramarinas. De entre todos destaca la figura de Sebastián de Belalcázar (h.1490-1551), uno de los 30 conquistadores belalcazareños en América documentados por el cronista D. Joaquín Chamero, fundador de ciudades como Quito (capital de Ecuador), Cali, Popayán o Santiago de Cali, entre otras, y el primero en organizar una expedición en busca del mítico El Dorado.


 

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Estatua a la figura de Sebastián de Belalcázar, en el mirador de Santiago de Cali, Colombia, como fundador de la ciudad. Hay otras repartidas entre Ecuador y Colombia.


 

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  Busto dedicado a Sebastián de Belalcázar en su localidad natal, Belalcázar, situado en el parque del mismo nombre, detrás de la Iglesia Parroquial de Santiago el Mayor, del S.XVI.


 

En la 2ª mitad del S.XVI (a partir de 1559), comienza a reedificarse la Iglesia Parroquial, bajo la advocación del apóstol Santiago, sobre la antigua Iglesia medieval, que data de 1272. Este nuevo templo renacentista, con una sola y recia nave, de considerables dimensiones en amplitud y altura, con contrafuertes externos laterales y una torre campanario inacabada, contaba con 6 capillas a ambos lados del altar mayor, un órgano de grandes dimensiones y un retablo barroco instalado en 1713 por los hermanos cordobeses Sánchez de Rueda. El retablo desaparece bajo el fuego en la contienda de 1936-1939, y en 1948 se derrumba la parte central y trasera de la nave de la Iglesia, incluido el altar mayor. Reconstruida en los años 60, e inaugurada el 12 de marzo de 1967 por el Obispo de Córdoba, presenta unas dimensiones más modestas y un interior más austero, sobre todo en la zona del altar. Cuenta con un jubileo concedido por el Papa Pío IV a Fray Miguel de Medina el 15 de mayo de 1564, para obtener los mismos beneficios espirituales que en la misma Roma.

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 Foto antigua de la Iglesia de Santiago. En el lateral derecho pueden verse los contrafuertes y el tejado al mismo nivel en todo el tramo. Esta es su altura original, de casi 20 metros, antes del derrumbe de 1948 (la torre campanario mide 33 metros de altura, y está inacabada).


 

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La Iglesia Parroquial de Santiago, hoy. Nótese la diferencia de altura del tejado en el lateral derecho, tras el derrumbe de 1948 y la reconstrucción del templo, entre 1960-1967, que no le devolvió la altura de la nave ni el esplendor interior que tuvo en el pasado.


 

De los datos tomados para el Catastro de Ensenada, a mediados del S.XVIII, se sabe que en 1753 la extensión del término municipal de Belalcázar era de 39.506,1 hectáreas, de las que 28.806 se dedicaban a pastos y dehesas, 10.455 a labor, 202 a viñedo, 31 hectáreas a olivar y tan sólo 11,6 eran de regadío.

A partir del S.XIX, Belalcázar asiste como cualquier población a los avatares socio-políticos de toda la etapa contemporánea de España. A partir de 1810, el control de la provincia de Córdoba por parte de las tropas napoleónicas se deja sentir especialmente en la villa, al establecerse una importante guarnición francesa en el castillo para vigilar las vías de comunicación con Extremadura. La presencia de las tropas napoleónicas no impidió la aparición de partidas guerrilleras, donde destacó la figura de Clemente Arribas, cura de Belalcázar, que al frente de una partida de 800 hombres trajo en jaque a las tropas francesas durante más de dos años. El 6 de mayo de 1811 una división de 5 a 6.000 ingleses puso sitio al castillo que era, y lo fue en adelante, almacén general de provisiones y solo tenía unos cuarenta hombres de guarnición al mando de Mr. Charpentier, teniente del regimiento 51 de línea: colocaron las baterías hacia la fuente llamada de Ulloa, sitio algo elevado y no muy distante de la fortaleza por la parte de oriente, y habiéndole arrojado más de 200 balas de cañón con dos de cuatro que traían, no consiguieron otra cosa que desconchar levemente el muro de aquel lado: hicieron igualmente contra los pocos franceses allí encerrados mucho fuego de fusilería y sin más resultado que la muerte de dos ingleses y algunos pocos heridos, desesperados de tomarlo, a las veinticuatro horas levantaron el sitio. El 6 de junio siguiente, el brigadier D. Pablo Morillo con unos 1.000 hombres sorprendió diestramente a las once y media de la noche, a pesar de la brillante claridad de la luna, a 560 franceses que componían la columna móvil del partido de la sierra. Les hizo 113 prisiones, entre ellos un capitán de dragones, y otro de infantería, y les tomó mucho equipaje; sin embargo, del combate se trabó, y del mucho fuego que se hizo dentro del pueblo, sucedieron pocas muertes y desgracias, pues solo murieron tres españoles y cuatro franceses, y hubo pocos heridos. Finalmente, el 28 de agosto de 1812 abandonaron el castillo y el pueblo, y el 11 de septiembre entró en este una división mandada por el Conde de Penne y el brigadier Morillo. Belalcázar es liberada por fin del dominio francés. Tras abandonar el Castillo, ésta sirve de cantera para la construcción de numerosas casas en la población. Comienza así su lenta ruina, hasta hoy (en 2008 lo adquiere en propiedad la Junta de Andalucía, y en 2009 es declarado monumento BIC).

 Con la restauración, en mayo de 1814, de la monarquía absoluta en la figura de Fernando VII (rey entre 1808-1833), el Duque de Osuna recupera parcialmente la jurisdicción de su inmenso patrimonio (también Belalcázar), hasta la extinción de los señoríos en 1837. En 1833, Belalcázar dejaba de pertenecer a Extremadura para volver de nuevo a pertenecer a Córdoba, merced a la nueva reorganización territorial del ministro Javier de Burgos (1778-1848). Las desamortizaciones practicadas a lo largo de la centuria también afectan a muchas tierras del término municipal, sobre todo las pertenecientes a instituciones religiosas. Destaca el caso del Convento (franciscano) de los Cinco Mártires de Marruecos, de finales del S.XV, cuyos monjes son exclaustrados por los decretos desamortizadores y sus posesiones salen a subasta pública. Estas desamortizaciones también afectarán a determinadas ermitas de la población, como San Pedro, San Ildefonso, Santa Bárbara o San Roque, y serán la causa principal de su ruina y desaparición. A pesar de las nuevas adquisiciones de tierras por parte de nuevos propietarios que aprovechan la quiebra de la Casa Ducal de Osuna, como Andrés Caballero Rozas o el marqués de Casariego, en 1873, la estructura de la propiedad de la tierra mantuvo el régimen de latifundio hasta bien entrado el siglo XX. Belalcázar va aumentando su población durante todo este período, hasta pasar de 9.000 habitantes en 1920 (y alcanzar más de 10.000 en 1930). En la segunda mitad del S.XIX, merced a los avances producidos por la Revolución Industrial, llegará el tren cerca de la localidad, cuando se construye, entre 1865-1866, la Estación de Belalcázar (por ella pasará, en febrero de 1873 el Rey Amadeo I camino de Lisboa, para embarcarse y volver con su familia a Italia, tras su fallido reinado en España). Entre 1867-1868 se construye la Estación del Zújar, en la línea Córdoba-Almorchón.

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Convento franciscano de los Cinco Mártires de Marruecos, en el barrio de El Marrubial, en Belalcázar, de la 2ª mitad del S.XV, afectado por las desamortizaciones del S.XIX, que lo dejaron en la ruina. Su capilla interior, de estilo renacentista, es una auténtica joya en granito, con multitud de detalles.


 

En la vida local decimonónica de Belalcázar destaca una familia, los García de la Barga y Gómez de la Serna, que a comienzos del S.XIX, tras la Guerra de Independencia, construirá una espectacular casa solariega, la Casa Grande, de más de 2.600 metros cuadrados, ubicada en la calle Conde Don Alonso, cerca de la plaza principal. En esta familia, adscrita políticamente al Partido Liberal (y rival de la potente Casa de los Cárdenas, adscrita al Partido Conservador), destacan figuras como Félix García de la Barga y Gómez de la Serna (Belalcázar, 1825-Madrid, 1907), quien llegará a ocupar importantísimos cargos en la capital del reino, al amparo de su tío y suegro Pedro Gómez de la Serna. Félix es el padre del afamado escritor y periodista Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna, CORPUS BARGA (Madrid, 1887- Lima, Perú, 1975), quien llevó durante toda su vida a Belalcázar en su corazón y en sus novelas, visitándola por última vez en 1970. Fue nombrado Hijo adoptivo de la Villa y Cronista de Honor en el año 2.000.

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Casa de los García de la Barga y Gómez de la Serna, conocida como la Casa Grande, en el nº11 de la Calle Conde Don Alonso de Belalcázar, construida en la primera mitad del S.XIX, y hoy en ruinas. La fachada principal es lo más destacable, pues fue restaurada en 2005 por el Ayuntamiento ante el peligro que suponía su estado ruinoso, restituyéndosele los escudos de los Gómez de la Serna (de Castilruiz, Soria) y los García de la Barga (Burgos). Era una de las familias más importantes de la localidad. Aquí nació el padre de Corpus Barga, D. Félix, y él estuvo de visita varias veces, la última en 1970.


 

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Corpus Barga (1887-1975), rodeado de escritores y amigos. Abajo en primer plano, y de izquierda a derecha: el poeta Pedro Salinas, el torero y escritor Ignacio Sánchez Mejías, y el poeta Jorge Guillén (con gafas); arriba, de izquierda a derecha, el crítico literario e historiador Antonio Marichalar (con gafas), José Bergamín, Corpus Barga (en el centro de la foto), el poeta Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, y el poeta Dámaso Alonso (con gafas).


En la dilatada etapa de la Restauración (1875-1931), las grandes familias belalcazareñas detentan el poder a través de los llamados clanes concejiles, como muy bien ha estudiado el profesor Ramírez Ruiz, donde se reparten los cargos de alcaldes y concejales, aprovechando en sistema caciquil de control de las elecciones y la vida local que caracteriza todo el período de la Restauración, hasta la llegada de Primo de Rivera (1923-1930), donde en Belalcázar un solo alcalde (que sigue perteneciendo a una de las grandes familias terratenientes) domina casi toda este período. Fue en esta breve etapa cuando se construye el imponente edificio del Grupo Escolar Primo de Rivera (hoy IES Juan de Soto Alvarado), entre 1927 y 1930. Costó 100.000 pesetas de la época.

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Foto del IES (Instituto de Educación Secundaria) JUAN DE SOTO ALVARADO (personaje histórico de Belalcázar), antiguo Grupo Escolar Primo de Rivera, construido entre 1927 y 1930. Frente a la puerta principal del recinto, con verja, en la otra acera, cayó asesinado el primer alcalde republicano de Belalcázar, Pedro José Delgado Castellano, en la mañana del 24 de marzo de 1933. En 1937, durante la Guerra Civil, fue sede del Hospital Americano, para atender a los heridos del frente, sobre todo soldados de las Brigadas Internacionales.


 

La II República se proclama en Belalcázar la tarde del 15 de abril de 1931, 24 horas después que en Madrid. Será un período convulso, entre 1931-1936, marcado el 24 de marzo de 1933 por el asesinato del primer alcalde republicano, Pedro José Delgado Castellano, a manos de tres jóvenes en paro a las puertas de su casa. La Guerra Civil Española (1936-1939) golpea con toda su crueldad a la población, y en su vorágine destructiva se lleva parte del patrimonio belalcazareño y un buen número de vecinos, sobre todo entre las grandes familias terratenientes que habían detentado el poder en etapas anteriores. El 26 de marzo de 1939, el cuerpo del Ejército marroquí ocupa la localidad, y queda en poder de las fuerzas franquistas. La subsiguiente represión, en la inmediata y dura posguerra, con numerosos juicios sumarísimos, alcanzó a todas aquellas personas afectas a los partidos del Frente Popular y la República, y a sus familias. Hubo además numerosas partidas de maquis, de personas huidas a la sierra, escapando a la represión. La larga dictadura franquista (1936-1975) en Belalcázar fue una sucesión de alcaldes designados por el Gobernador Civil de Córdoba, destacando de la figura de Antonio Toledano Soto, quien fue el que más duró en el cargo, entre 1946 y 1963. En abril de 1979 se celebran de nuevo elecciones democráticas a alcaldes, y se afianza la Transición a la democracia, período en el cual hoy nos encontramos. Los alcaldes de Belalcázar en estos 40 años de ayuntamientos democráticos son: Emilio Vigara Vigara (1979-1983), Antonio Vigara Copé (1ª etapa, 1983-1999), Vicente Torrico Gómez (1999-2007), Antonio Vigara Copé (2ª etapa, 2007-2015), Francisco Luis Fernández Rodríguez (2015-actualidad). Dejado atrás el convulso S.XX, Belalcázar afronta el siglo XXI con nuevos retos en su devenir cotidiano, su apuesta decidida por las nuevas tecnologías, la mejora de su equipamiento y sus servicios, su atención al turismo y a su extenso e importante patrimonio monumental y natural, y sobre todo la capacidad de salir de ese letargo en el que ha estado sumida en el tiempo.

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Interior del Pósito Municipal de Belalcázar, en su origen como almacén de grano del Concejo de Belalcázar (S.XV). Destacan sus originales bóvedas de ladrillo puestos de canto, sobre recias columnas de granito a media altura.  Cuenta con una zona anexa, construida en el S.XVI, a la cual se accede por una puerta con arco de medio punto, hecha en granito. Ha tenido diversos usos (mercado de abastos, escuela, cárcel, etc). Hoy día se destina a eventos culturales.


 

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Paso del río Zújar de la imagen de Ntra. Sra. de Gracia de Alcantarilla, patrona de Belalcázar, por los romeros, uno de los grandes atractivos turísticos de esta romería en la mañana del último domingo de abril cada año. El colorido de las cintas y la emoción de los cánticos en el agua no tiene parangón en la provincia.


 

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