Historia

Situación

Belalcázar, es una villa situada al Norte de la provincia de Córdoba, dentro de la denominada Comarca de los Pedroches. Dista unos 100 kilómetros de la capital y tiene una altitud de 488 metros sobre el nivel del mar. La superficie del término municipal abarca un total de 353,7 kilómetros cuadrados y su número de habitantes en la actualidad es de 3.400 aproximadamente.

Breve reseña histórica de Belalcázar

Prehistoria

Los orígenes de Belalcázar se remontan al Paleolítico Inferior. De esta primera etapa de la prehistoria contamos con una industria de cuarcita compuesta por cantos trabajados, lascas y algún núcleo de población. Proceden del arroyo de la Dehesa que junto al cromlech situado al oeste del término, ya próximo a la provincia de Badajoz y que alberga mas de 20 pequeños dolmens y el situado al este del término que tiene grabados mas de 50 petroglifos circulares, similares a los gallegos pero, con la peculiaridad de que están en ortostatos en vertical, nos demuestra la presencia del hombre dentro del término dentro de una etapa tan romota. Ambos se encuentran en la actualidad, año 2015, en total estado de abandono. De la época Neolítica son numerosas las hachas de piedra, puntas de flechas y útiles de corte que se han encontrado en diferentes sectores de la localidad en varios asentamientos, con cerámica y abundantes molinillos, siendo el mas grande y con mayor número de piezas el que está cerca de la ermita de Consolación. Del Calcolítico o Edad de los Metales, es la época a la que pertenece una estela con escritura Tartesica que será expuesta en el próximo museo arqueológico junto a las dos del guerrero, las lineales y la de cazoleta.

Edad Antigua

Los hallazgos muestran un núcleo Túrdulo del siglo II A.C. cuya fortificación prueba que estos poblados nunca homogéneos disputaban entre si y necesitaban protegerse. En la ermita de la Patrona Virgen de Gracia de la Alcantarilla, hay restos de cerámica, pues quizá este lugar, como tantos otros, fue un antiguo centro de culto. Siendo el castro Túrdulo más importante el que se encuentra en la Solana y del que el arado rompió mas de 20 tinajas cerámicas en el año 2015. Son falsas las noticias que atribuyen a los cartagineses la fundación de Belalcázar. Plinio la situa en la Beturia de los Túrdulos. Posteriormente fue colonia o municipio romano, como se ve en monedas, aras y lápidas sepulcrales, cuyo epitafio de fórmula griega muestra que se había difundido por aquí la cultura helenista. El arranque de la vía romana nº 29, nombrada en los itinerarios de Antonino y Ravena y en Ptolomeo está junto al puente de la Alcantarilla, descrita por Angel Delgado en su trabajo "La Beturia de los Túrdulos". También pudo ser, por la forma del recinto amurallado y los fosos, un campamento fijo romano, natural en esta zona con productos metalíferos. Debió existir asimismo una industria cerámica, posibilitada por la proximidad del río. Ya en época visigoda, junto con otras lápidas, encontramos tumbas antropomorfas en piedra, restos de tégulas de una villa y nombres de lugar como Cerros de Sisenando.

Edad Media

La ciudad de Belalcázar fue conocida en época musulmana por el nombre de Gafiq, tal como evidenció en su día Félix Hernández y entre los siglos XIII y XV, como Gahet o Gahete. Se trata, al perecer, de un poblado de origen árabe, fundado por la tribu homónima, cuyo origen debe buscarse en los primeros años de presencia islámica en la Península. Su emplazamiento en el eje de importantes vias de comunicación, como el camino de Córdoba a Toledo, determinó que Gafiq se mantuviese como una de las localidades más importantes de al-Andalus y desde luego la principal, junto con Bitraw, del Fahs al Ballut. Así lo afirman al Istakhri y al Qalqasandi, señalando además que su distrito comprendía una extensa comarca. Su castillo se contaba, igualmente, entre los más fuertes de la zona. Idrisi destaca, en su Geografía, la bravura y combatividad de sus habitantes y la seguridad que su fortaleza les proporcionaba y, en efecto sabemos que en 1.226 cuando los habitantes de Capilla rindieron la fortaleza (castrum Capellae), Fernando III, manteniendo su palabra, como había prometido, a sus enemigos los moros con sus mujeres y sus hijos, con todo lo que podían llevarse (bienes muebles), los condujo salvos (salvos deduci fecit) (o hizo que los condujeran protegidos) hasta el castillo de Gahet.
Es una traducción "al sentido" del texto latino, que puede verse citado en la página 52 de la obra de Emilio Cabrera, "El condado de Belalcázar (1444-1518)". Además varios textos sobre la toma de Capilla ("Estoria de España" y "Cantigas a nuestra Señora" de Alfonso X, "De rebus Hispaniae" de Don Rodrigo Jimenez de Rada, escritores contemporáneos, y el más explícito de ellos, la "Chronica latina regum Castellae", escrita por Juan de Soria, Obispo, que acompañó en muchas de sus campañas al Rey y que fue Secretario guardián del sello real de Fernando III entre los años 1225 y 1237, avalan este hecho histórico.
Gafiq contó con un gran número de habitantes durante este período, iniciándose la etapa más esplendorosa de la zona. Nacen prestigiosas personalidades árabes entre ellas el Emir de Córdoba Abderramán el Gafqui y otras que ejercieron y ganaron fama como cadíes en la Córdoba califal. Entre ellos Obaidala ben Muza y Suleiman ben Asuad biografiados por al Jushani en su Historia de los jueces de Córdoba. También nace el prestigioso oftalmologo Mohamed ibn Qassan ibs Aslan el Gafequi, creador de la Guia del Oculista.

Reconquistada entre 1236 y 1241, probablemente tras tenaz resistencia de sus habitantes, Gahete no fue donada a Córdoba hasta julio de 1.243. Hasta 1.264 no se menciona su parroquia y no es sino en 1272 cuando se asignan los términos jurisdiccionales de la misma., muy amplios por cierto ya que cubrían en la práctica todo el futuro condado.
Durante el siglo XIV el concejo de Gahete se consolida y extiende mediante adquisiciones de nuevas tierras, hasta que en la primera mitad del siglo XV aparece en escena Gutiérrez de Sotomayor, maestre de Alcántara.
Sobrino del anterior maestre de esa orden, Juan de Sotomayor, Gutiérrez fue comendador de la misma desde 1.426 y , en 1432, a la temprana edad de 32 años, fue promovido a la dignidad de maestre, tras la destitución de su propio tio. A partir de entonces se convirtió en uno de los principales nobles del reino y, mediante una decidida actuación política a favor de don Alvaro de Luna tuvo un vertiginoso encumbramiento culminado, en noviembre de 1.444, con la donación de Gahete e Hinojosa por Juan II, seguida por la del vizcondado de La Puebla de Alcocer tan solo cinco meses mas tarde. Las mercedes de Juan II se debieron a los servicios de don Gutiérrez prestó en la defensa de Sevilla y en la liberación de Carmona, Alcalá de Guadaira y Córdoba, cuando en la primera mitad de 1.444, todas ellas sufrieron el ataque del infante don Enrique. Pero esta donación afectó profundamente a los intereses que Córdoba (es decir, su principales familias) tenían en la zona y dio lugar a largos pleitos entre la ciudad y los titulares del nuevo señorío, resueltos mediante la consolidación de este.
La decidida actuación del maestre fue clave para el éxito de la señorialización. Fue el creador del linaje de los Sotomayor y el promotor de la grandeza de la familia, y durante su gobierno se consiguió la máxima expansión territorial mediante la anexión de villas como Belmez o Fuenteovejuna que se perdieron mediante la regencia de su hijo y sucesor, Alfonso I (1.453-64). Aunque en realidad el señorío no creció tras la muerte del maestre, fueron años especialmente importantes para su desarrollo aquellos en que ocupó la regencia Elvira de Estúñiga o Zúñiga, viuda de Alfonso, durante la minoría de edad de sus hijos Gutiérrez II (1464-74) quien renunció al señorío para ingresar en el monasterio jerónimo de Guadalupe y Gutiérrez III (1474-84), durante los cuales se elaboraron numerosas normas y ordenanzas para la vida interna de Belalcázar y se regularon multitud de materias bajo la siempre atenta mirada de la regente.

A Gutiérrez III, muerto en la guerra de Granada, le sucedió, siendo un niño de corta edad, su hijo Alfonso II (1.484-1.518).
Un año especialmente destacado en esta significativa etapa fue el de 1.466, en el cual dona Elvira consiguió para su hijo Gutiérrez II el título de Conde. Por eso y porque con el comienzo de la nueva titulación Gahete cambió el nombre por el actual de Belalcázar (en virtud del bello castillo recién terminado por su titulares), es a partir de esta fecha cuando se puede hablar de un auténtico “Condado de Belalcázar”, aunque el concejo de Córdoba tardó en reconocerlo.

Edad Moderna

En 1.490 nace Sebastián Moyano, hijo de labradores. En 1.507 toma el camino de las Américas. Allí destaca como un jinete de extraordinaria pericia y su ascensión es meritoria, llegado a mandar un contingente de hombres importantes. En seguida adopta el nombre de Sebastián de Belalcázar, con el que ha pasado a la posteridad. Funda entre otras las ciudades de CALI, QUITO, GUAYAQUIL y POPAYAN. Muere el 30 de Abril de 1551 en Cartagena de Indias.

Durante toda la Edad Moderna, Belalcázar fue capital del condado de su nombre, cuyo titular era el Duque de Béjar después de su vinculación al condado de Ayamonte (1.518). De el formaban parte también las villas de Hinojosa del Duque, Villanueva del Duque y el lugar de Fuente la Lancha. Todas ellas dependieron siempre del obispado de Córdoba, pero en lo civil y en lo administrativo pertenecieron hasta mediados del siglo pasado al partido de La Serena, cuya capital era Trujillo, en la antigua provincia de Extremadura.
Su economía se basó fundamentalmente en la agricultura y la ganadería, como se desprende de los datos apuntados por el profesor Valle Buenestado, según el cual, en 1.753 la extensión del término de Belalcázar era de 39.506,1 hectáreas, de las cuales 28.806,4 se dedicaban a pastos y dehesas, 10.455 a labor, 202,1 a viñedo, 31 a olivar y tan solo 11,6 eran de regadío.
El mayor propietario era sin duda el conde, cuyas posesiones sumaban unas 20.000 hectáreas. Los vecinos de la villa, sin embargo, nunca poseyeron muchas propiedades y mitigaron de alguna manera esta carencia de tierras utilizando la de los bienes comunales de la villa, integrados por las dehesas de Barbellido, el Cachiporro y la Encinilla, que entre todas sumaban unas 10.000 hectáreas. Estas tierras se repartían entre los vecinos, por cuyo disfrute pagaban una módica cantidad anual.
Según el padre Juan Ruiz, los cargos del concejo municipal de Belalcázar eran nombrados anualmente por el Conde, que elegía a cada uno de una terna que se le proponía. De estos cargos cabe destacar, entre otros, dos alcaldes ordinarios, de los que dependía la administración de justicia en primera instancia, cuantro regidores, dos por el estado noble y dos por el estado llano, el alguacil mayor, encargado de la parte ejecutiva de la justicia y el procurador general. Los miembros de la corporación municipal se reunían en cabildo ordinario en la casa consistorial de la villa para tratar los asuntos que concernían exclusivamente a su municipio. Cuando los problemas a tratar incumbían también a Hinojosa y a Villanueva, villas con las que Belalcázar tenía mancomunidad de hierbas, pastos, bellotas y labor, los representantes de todas ellas se reunían en el cabildo general o de estado, en la ermita de Santo Domingo.

Edad Contemporánea

El control de la provincia de Córdoba por parte de las tropas napoleónicas a partir de 1.810 tuvo para los vecinos de Belalcázar especiales connotaciones, al decidir el alto mando militar el establecimiento de una importante guarnición encargada de la vigilancia de las vías de comunicación con Extremadura y La Mancha, aprovechando para ello la seguridad de su impresionante fortaleza. La presencia permanente de las tropas extranjeras durante más de dos años, no impidió, empero, la aparición de partidas guerrilleras, adquiriendo especial celebridad la comandada por Clemente Arribas, cura de Belalcázar, que al frente de más de 800 hombres trajo en jaque a las tropas extranjeras y propiciando un importante deterioro en la fotaleza.

La restauración de la monarquía absoluta en 1814 permitió que el duque de Osuna, titular del condado de Belalcázar, recuperase parcialmente la jurisdicción del citado señoría hasta la extinción definitiva del régimen señorial en 1.837.
La casa solariega de los Osuna mantuvo, sin embargo, incólumes, sus inmensas propiedades hasta finales del siglo XIX, en que se consumó la sonada quiebra del titular. El 6 de febrero de 1.873 Andrés Caballero y Rozas adquirió la principal dehesa que el duque poseía en Belalcázar por 5.628,471 reales.
La disolución del patrimonio no alteró por el contrario, la estructura de la propiedad de la tierra, que en Belalcázar mantuvo el régimen de latifundio hasta tiempos recientes. Ya en nuestro siglo, el acontecimiento que repercutió con más trascendencia en el devenir cotidiano de Belalcázar y en la casi destrucción de su fortaleza, fue el conflicto fraticida iniciado en 1936 en que se declaró la Guerra Civil española.