Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Siglo XVIII.
Estilo: Barroco.
Descripción:
Escudo con boca mixtilínea y sobre campo sencillo una torre mazonada y donjonada, adiestrada de un caballo rampante y siniestrada de una escala apoyada en ella. En la torre superior asoma la cabeza de un musulmán tocado con turbante, mientras que aparecen otras cuatro cabezas más, una en la punta del escudo, otra a la diestra de la escala y dos más en los cuarteles superiores.
El escudo va sobre una cartela decorada bajo la punta con dos rollos. Al timbre, un casco empenechado, situado de perfil hacia la diestra, con la visera levantada dejando ver cinco rejillas. Junto al casco nacen dos rollos en forma de pronunciadas volutas y el arranque de los lambrequines.
Historia de la pieza:
Se puede establecer un paralelismo entre este escudo y el de la calle Fray Ramírez Arias, nº 4, concretamente con el que aparece a la derecha de la fachada y que perteneció, junto con su compañero, a los Morillo Velarde, ya que ésta fue una de las casas solariegas de esta familia. Por todo ello y dada la gran semejanza en las figuras, con la excepción de que en el que ahora recogemos aparece un caballo en el lugar en que en el otro figuraba una escala, y que ha desaparecido la bordura cargada de sotueres, se podría afirmar que se trata del escudo de los Morillo, sólo que éste de la calle Blas Infante parece de cronología algo posterior, basándonos en la simplificación de la cartela, de la que han desaparecido prácticamente los vistosos lambrequines del otro ejemplar.
El escudo de los Morillo de la calle Blas Infante muestra la misma técnica que su compañero, bastante ruda en cuanto que los rostros aparecen sin apenas tratamiento, como también se observa en el caballo o en el casco y ornamentos.
Esta casa solariega ocupa un extenso solar estratégicamente situado, porque hace esquina con la calle Blas Infante, principal arteria del entramado viario, y la calle Soto Alvarado. La fachada, posiblemente reformada a fines del siglo XIX o comienzos del XX reutilizando los antiguos escudos, sigue las líneas tradicionales en los Pedroches, con estructura en dos plantas y aspecto general sobrio y contenido. Así, su larga fachada muestra un zócalo granítico de escasa altura, del que arrancan los grandes ventanales bajos, entre los que se encuentra la puerta, simplemente recercada en piedra. En la planta alta se abren grandes balcones simétricamente dispuestos, cuyas sencillas líneas sólo muestran un ligero incurvamiento en el dintel y la labor de forja. Sobre el blanco paramento destacan los dos escudos, justamente por debajo de la cornisa. Igualmente, cabe señalar los sillares en esquina para reforzar ésta.
