Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: Segunda mitad del siglo XV.
Estilo: Gótico.
Descripción:
Escudo con boca mixtilínea y sobre campo partido, dos castillos donjonados de tres piezas de lo mismo, mantelado un león coronado. Armas de Enríquez.
Historia de la pieza:
Fernández Béthencourt blasona las armas de los Enríquez de la siguiente manera: “Sevilla.- De gules dos castillos de oro, donjonados de tres piezas de lo mismo; mantelado de plata el león de gules, coronado de oro, que es Enríquez”;
(FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT, F. Historia genealógica y heráldica de la Monarquía Española. Casa Real y Grandes de España. Ed. Fabiola de Publicaciones Hispalenses. Sevilla, 2003, t. 6, p. 191).
Es muy posible que estas armas de los Enríquez en Belalcázar sean las más antiguas que se conservan en toda la provincia de Córdoba. Posteriormente, ya en los siglos XVII y XVIII fueron representadas en construcciones barrocas, pudiendo contemplarlas, junto con otras, en el escudo de los duques de Medinaceli, por ejemplo, en la ermita de Jesús de las Penas de Encinas Reales. Sin embargo, éste es sólo un caso de los abundantes en los que aparece este linaje de los Enríquez, pudiendo encontrarlo también en el castillo de Cabra o en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Lucena. Sin embargo, hemos de insistir en que la importancia del escudo que aquí traemos de Belalcázar es único en cuanto que se trata del más antiguo visto hasta ahora de dicho linaje. Como se puede comprobar, las armas de Enríquez aparecen solas en un solo escudo, marcando el inicio de lo que será un claro ascenso en la escala social de la familia que llegará a entroncar directamente con la casa ducal de Medinaceli.
Una nota curiosa en relación a la pieza es la representación del león, que no aparece totalmente rampante, puesto que la
mano izquieda apoya en el suelo, pero no por ello se puede calificar como pasante, ya que la contraria está alzada.
Este blasón tiene la misma cronología que los otros dos que aparecen en la fachada y, como se ha indicado, los tres se encuentran repetidos. Representan al linaje de Zúñiga, Enríquez y Sotomayor, relacionados por el matrimonio de doña Elvira de Zúñiga con Alfonso I de Sotomayor, conde de Belalcázar. Este inmueble albergó la Administración de la Casa de Osuna y, al parecer, los escudos que figuran en la fachada labrados en piedra proceden del castillo (V.V.A.A. Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba, 1981, t. 1, p. 231). No hay más que ver el enorme parecido entre estos y los que aún decoran las finas columnillas que sirven de soporte a los grandes ventanales de traza gótica que se contemplan en la fortaleza. Se ha fijado la cronología de estos escudos, teniendo en cuenta que los que aparecen en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Hinojosa del Duque, concretamente en una ventana al exterior junto a la sacristía, pertenecientes a los Zúñiga y Sotomayor, pueden ser fechados en 1531 por la inscripción. Sin embargo, los de la calle Blas Infante son anteriores, según se deduce de sus compañeros que aún se encuentran en su ubicación original en el castillo (veáse las fichas correspondientes a éstos).
A partir de la concesión del señorío de Gahete -constituido por varias poblaciones en el reino de Toledo, como la Puebla de Alcocer, y en Córdoba por Gahete e Hinojosa, entre otras- a don Gutierre de Sotomayor, maestre de Alcántara, por Juan II, después de su intervención en la batalla de Olmedo, la población va a vivir quizás uno de sus momentos más esplendorosos, lo que repercutirá favorablemente en diversas manifestaciones artísticas, pues a partir de entonces se prodigan las fundaciones por parte de esta familia, empezando por el propio castillo, mole granítica impresionante, que se construyó en el lugar donde primitivamente estaba el poblamiento (“ciudad cerrada del castrello”), hasta el especial favorecimiento de los franciscanos, tanto en su rama femenina como masculina, dado que el descendiente de los primeros condes, Gutierre II, convertido en fray Juan de la Puebla, tras haber sido jerónimo en Guadalupe y haber tomado el hábito franciscano, desarrolló un papel primordial en la fundación de la provincia de los Ángeles y en todo el movimiento eremítico desplegado en torno a Hornachuelos.
Será don Gutierre quien inicie los pasos para el progresivo e imparable fortalecimiento del condado de Belalcázar a través de su propio matrimonio con doña Leonor de Guzmán, hija de los condes de Niebla. Mediante propicios entronques de los titulares del condado con linajes del más elevado rango de la sociedad del momento, dicho condado alcanzará con el paso del tiempo el título de ducado. Así, el mayorazgo emprendido por don Gutierre se verá prontamente robustecido por el matrimonio de su hijo Alfonso I de Sotomayor con doña Evira de Stúñiga hacia 1450. Ella era hija de don Álvaro de Stúñiga, conde de Plasencia, miembro de una de la familias castellanas más ilustres, cuyos estados se centraban en Extremadura.
Comienza así una relación entres los Stúñiga y los Sotomayor que recibirá su impulso definitivo a principios del s. XVI.
Doña Elvira de Stúñiga, condesa de Belalcázar, fue la Calle Blas Infante, 15 (2) Armas de Enríquez fundadora del convento de Santa Clara de la Columna.
Arquitectónicamente, la casa muestra una extensa fachada a la calle Blas Infante, una de las arterias más importantes de Belalcázar. Se distribuye en torno a dos plantas que, en conjunto, carecen de elementos ornamentales sobresalientes. En la baja se encuentra la sencilla entrada, con simple marco adintelado y la antigua entrada de carruajes, recercada de piedra granítica. Dos ventanales que arrancan del zócalo iluminan las estancias que dan a la calle. En la planta alta tan sólo se encuentran dos ventanales no muy grandes y el balcón, también dentro de ese estilo sobrio propio del norte, y donde únicamente destaca el gran balcón de forja. Entre estos vanos se colocaron un total de cinco escudos nobiliarios, más dos piezas talladas en relieve con la forma de la cruz sobre el orbe y una cartela, que quedaron dispuestas en ambos extremos de la fachada.