Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: s. XVIII.
Estilo: Barroco.
Descripción:
Escudo con boca mixtilínea y, sobre campo cuartelado:
1º) Cinco hachas puestas en sotuer.
2º) La cabeza del enemigo, con barba y bigote, sujetada por
los pelos por un brazo moviente del flanco siniestro.
3º) Un águila con la cabeza girada hacia siniestra.
4º) Un castillo donjonado, siniestrado de un león rampante.
El escudo va sobre cartela de rollos y de él penden lambrequines. Por timbre, un casco empenechado de frente, con la visera caída.
Historia de la pieza:
Este escudo perteneció a uno de los linajes de más renombre en Belalcázar, que fue el de los Morillo-Velarde y cuyas ramas se hallan representadas en otros blasones repartidos por varias casas de la villa. Concretamente, el que ahora se recoge, fechado en el XVIII por su aparatosa cartela, cuajada de carnosas volutas y grandes rollos hacia la punta y el jefe, presenta la particularidad de mostrar el casco de frente; característica totalmente extraña a la heráldica en la provincia de Córdoba, siendo éste uno de los escasísimos ejemplares que muestran el casco con esta colocación, ya que lo usual es verlo de pefil hacia la diestra y, a veces, hacia siniestra. También hay que destacar el magnífico penacho de plumas, así como el depliegue de vistosos lambrequines en doble hilera sobre el jefe y cayendo por los lados hasta la misma punta. El hecho de no haber puesto únicamente el casco, sino haber descendido en la representación del caballero hasta la parte superior del peto, hace que adquiera mayor prestancia esta parte, cobrando gran relevancia el conjunto.
Otra singularidad que merece reseñarse es que el escudo figura encuadrado por una moldura doble. Esto proviene de una particularidad en la zona de los Pedroches y es el uso, hasta fecha muy avanzada, del alfiz para encuadrar puertas y ventanas, como signo distintivo y para imprimir cierta monumentalidad al edificio; elemento que llegará hasta el siglo XIX, utilizándose, por supuesto, durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna. No veremos, por tanto, en el norte de la provincia las ornamentales portadas barrocas típicas del sur, sino unas mucho más sencillas, pero no por ello exentas de valor histórico-artístico. Así sucede en este ejemplar de la antigua casa solariega de los Morillo Velarde.
No cabe una fachada más simple, pero va a marcar la pauta de las casas solariegas del entorno: No excede los dos pisos en altura, mostrando sencillas ventanas, casi a ras de suelo en el piso bajo y ventanucos en el superior para ventilación del almacén al que se dedica la planta alta.
Toda la fachada aparece encalada y el único elemento que se muestra en piedra sillar bien tallada en granito es la portada. Ésta se compone de un vano adintelado entre sencillas jambas, mostrando un anchísimo dintel recuadrado por destacado molduraje a modo de alfiz, el cual se adapta e incluye dentro de sí al gran blasón, que luce en la parte central,
sobresaliendo por la zona superior de forma notable. Sin transición, justamente tangente al escudo, queda una simple ventana. Este esquema gozará de gran acogida en el norte de la provincia y lo veremos repetido hasta la extenuación, siendo en realidad una transposición del esquema de portada-balcón que se ve en el sur. Frente al carácter ornamental y exhibicionista de este último, nos encontramos con el sencillo binomio portada-ventana de la zona del norte. Estas residencias señoriales tienden a ser construcciones sin elementos arquitectónicos reseñables, como escaleras, portadas, balcones, bóvedas, cúpulas, etc., que podrían acercarlas más a la denominación de casas palaciegas. Por el contrario, tienen un marcado carácter rústico y sencillo. Únicamente denotan su importancia por esas portadas en granito con gran escudo nobiliario y por su extraordinaria extensión, utilizándose tanto para vivienda de los señores como para labor.