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10.-Escudos Castillo de Belalcázar (2)


Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: 1450-1483.
Estilo: Gótico tardío.
Descripción:
1. Escudo con boca mixtilínea y, sobre campo sencillo, una banda y una cadena de ocho eslabones puesta en orla. Al timbre, corona condal. Armas de los Zúñiga.
2. Escudo con boca ligeramente mixtilínea y sobre campo sencillo seis fajas ajedrezadas. Armas de Sotomayor.
Historia de la pieza:
El escudo de los Zúñiga figura descrito con sus esmaltes de la siguiente manera: de plata la banda de sable y la cadena de oro de ocho eslabones puesta en orla. Su presencia aquí queda justificada por tratarse del escudo de doña Elvira de Zúñiga, condesa de Belalcázar por su matrimonio con Alfonso I de Sotomayor. Como paralelismos se pueden señalar los dos ejemplares que se encuentran en el inmueble que albergó la Administración de la Casa de Osuna, en la calle Blas Infante, 15, los cuales, al parecer, proceden del castillo, junto con los otros dos ejemplares también repetidos de los Sotomayor y los Enríquez (V.V.A.A. Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba, 1981, t. 1, p. 231). No hay más que ver el enorme parecido entre estos y los que aún decoran las finas columnillas que sirven de soporte a los grandes ventanales de traza gótica que se contemplan en el castillo.
Igualmente, se puede establecer relación con los que aparecen en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Hinojosa del Duque, concretamente en una ventana al exterior junto a la sacristía, pertenecientes a los Zúñiga y Sotomayor y que pueden ser fechados en 1531 por la inscripción. Sin embargo, los del castillo son anteriores, según se deduce del estilo de las ventanas., muy apegadas estilísticamente al gótico bajo los Reyes Católicos.
A partir de la concesión del señorío de Gahete -constituido por varias poblaciones en el reino de Toledo, como la Puebla de Alcocer, y en Córdoba por Gahete e Hinojosa, entre otras- a don Gutierre de Sotomayor, maestre de Alcántara, por Juan II, después de su intervención en la batalla de Olmedo, la población va a vivir quizás uno de sus momentos más esplendorosos, lo que repercutirá favorablemente en diversas manifestaciones artísticas, pues a partir de entonces se prodigan las fundaciones por parte de esta familia, empezando por el propio castillo, mole granítica impresionante, que se construyó en el lugar donde primitivamente estaba el poblamiento (“ciudad cerrada del castrello”), hasta el especial favorecimiento de los franciscanos, tanto en su rama femenina como masculina, dado que el descendiente de los primeros condes, Gutierre II, convertido en fray Juan de la Puebla, tras haber sido jerónimo en Guadalupe y haber tomado el hábito franciscano, desarrolló un papel primordial en la fundación de la provincia de los Ángeles y en todo el movimiento eremítico desplegado en torno a Hornachuelos.
Será don Gutierre quien inicie los pasos para el progresivo e imparable fortalecimiento del condado de Belalcázar a través de su propio matrimonio con doña Leonor de Guzmán, hija de los condes de Niebla, y, mediante propicios entronques de los titulares del condado con linajes del más elevado rango de la sociedad del momento, dicho condado alcanzará con el paso del tiempo el título de ducado. Así, el mayorazgo emprendido por don Gutierre se verá prontamente robustecido por el matrimonio de su hijo Alfonso I de Sotomayor con doña Evira de Stúñiga hacia 1450. Ella era hija de don Álvaro de Stúñiga, conde de Plasencia, miembro de una de la familias castellanas más ilustres, cuyos estados se encontraban en Extremadura.
Comienza así una relación entre los Stúñiga y los Sotomayor que recibirá su impulso definitivo a principios del s. XVI.
Doña Elvira de Stúñiga, condesa de Belalcázar, fue la fundadora del convento de Santa Clara de la Columna.
El otro escudo pertenece al linaje de los Sotomayor, ya que fue don Alfonso I de Sotomayor el que llevó a cabo en su mayor parte la obra del castillo, levantado sobre la antigua alcazaba de Gafiq, a partir de 1450, aunque él no vio concluidas las obras, pero sí su esposa doña Elvira de Stúñiga (fallecida en 1483), cuyo escudo también aparece representado en distintos lugares del castillo, así como la cadena alusiva a su linaje empleada como motivo decorativo, como sucede, por ejemplo, en la torre del homenaje. Este impresionante castillo motivó que la villa cambiara su antigua designación de Gahete por Belalcázar en 1466.
El castillo se construyó con piedra granítica y su finalidad, más que la meramente defensiva, fue la de convertirse en un claro exponente del poder de los condes de Belalcázar y controlar sus extensos dominios, dedicados en un alto porcentaje a la cría de ganado lanar, formando parte de los caminos de Mesta que descendían desde Toledo y Extremadura, atravesando el nordeste de la provincia de Córdoba, hasta llegar a los valles de la provincia de Sevilla.
La riqueza que aportó este comercio lanar al condado vino a reforzar el poder alcanzado socialmente tras una conveniente política de matrimonios concertados con las familias más importantes del reino, lo que culminó en la concesión del título de duque de Béjar a don Francisco (1500-1544).
La ostentación del linaje de los Sotomayor es un hecho palmario. Baste contemplar en la distancia los enormes escudos que se repiten por las cuatro fachadas de la torre del homenaje, que con gran diferencia sobresale por encima de la fortaleza. Ésta se concibió esencialmente como castillo-palacio; de ahí que la torre del homenaje cobre tal protagonismo y adquiera enormes dimensiones, ya que debía albergar las salas donde el señor no sólo habitaba, sino también recibía visitas. El prestigio de su linaje tenía que quedar, por tanto, bien patente.
Si en el exterior se observan elementos propios del gótico e incluso del renacimiento, especialmente en aquellas dependencias levantadas bajo Francisco I, lo cierto es que se adivinan otros mudéjares, como el uso de alfices para encuadre de algunos arcos (véase el de la torre del homenaje) o el mismo carácter repetitivo de los escudos, pero sobre todo se aprecia en las salas interiores, tanto por su decoración con imitación sobre el estuco del aparejo de sillar, como sucede en algunas bóvedas, así como por en la decoración con yeserías de las que daba testimonio R. Ramírez de Arellano (Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba. Con notas de J. Valverde Madrid. Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Córdoba, 1982, pp. 462-465).
El castillo está rodeado de una muralla que tiene vestigios de época musulmana. El núcleo es de planta trapezoidal, con torres cuadradas en las esquinas y otras de refuerzo en el centro de cada lienzo, destacando entre todas ellas la del homenaje, que se ha dicho inspirada en la del Clavero en Salamanca, de 1470; cargo que ocupó en la Orden de Alcántara don Francisco de Sotomayor (V.V.A.A. (Dir.: Bernier Luque, J.). Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba, 1981, t. 1, p. 229).
Como paralelismos de este blasón podemos señalar los ejemplares, ya citados, ubicados en las ventanas del propio castillo y en el inmueble que ocupó antiguamente la Administración de la Casa de Osuna, en la calle Blas Infante, 15; escudos estos últimos que parecen proceder del castillo, al igual que varios alfarjes decorados y pintados.
De todos estos escudos, incluidos los paralelismos, merece llamar la atención sobre la representación de un orbe con una cruz y una cartela. Especialmente claro figura en la calle Blas Infante, 15, puesto que fueron tallados en piezas independientes. En el castillo aparece este orbe como elemento de conexión entre el escudo de Zúñiga y Sotomayor, sin que haya podido ser interpretado su significado, de cará


 

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