Período histórico: Edad Moderna.
Cronología: 1450-1483.
Estilo: Gótico tardío.
Descripción:
Escudo con boca cuadrangular apuntada y sobre campo sencillo seis fajas ajedrezadas. Armas de Sotomayor.
Historia de la pieza:
El escudo pertenece al linaje de los Sotomayor, ya que fue don Alfonso I de Sotomayor el que llevó a cabo la mayor parte de la obra del castillo, levantado sobre la antigua alcazaba de Gafiq, a partir de 1450, aunque él no vio concluidas las obras, pero sí su esposa doña Elvira de Stúñiga (fallecida en 1483), cuyo escudo también aparece representado en distintos lugares del castillo, así como la cadena alusiva a su linaje empleada como motivo decorativo, como sucede, por ejemplo, en la torre del homenaje. Este impresionante castillo motivó que la villa cambiara su antigua designación de Gahete por Belalcázar en 1466.
El castillo se construyó con piedra granítica y su finalidad, más que la meramente defensiva, fue la de convertirse en un claro exponente del poder de los condes de Belalcázar y controlar sus extensos dominios, dedicados en un alto porcentaje a la cría de ganado lanar, formando parte de los caminos de Mesta que descendían desde Toledo y Extremadura, atravesando el nordeste de la provincia de Córdoba, hasta llegar a los valles de la provincia de Sevilla.
La riqueza que aportó este comercio lanar al condado vino a reforzar el poder alcanzado socialmente tras una conveniente política de matrimonios concertados con las familias más importantes del reino, lo que culminó en la concesión del título de duque de Béjar a don Francisco (1500-1544).
La ostentación del linaje de los Sotomayor es un hecho palmario. Baste contemplar en la distancia los enormes escudos que se repiten por las cuatro fachadas de la torre del homenaje, que con gran diferencia sobresale por encima de la fortaleza. Ésta se concibió esencialmente como castillo-palacio; de ahí que la torre del homenaje cobre tal protagonismo y adquiera enormes dimensiones, ya que debía albergar las salas donde el señor no sólo habitaba, sino que también recibía visitas. El prestigio de su linaje tenía que quedar, por tanto, bien patente.
Si en el exterior se observan elementos propios del gótico e incluso del renacimiento, especialmente en aquellas dependencias levantadas bajo Francisco I, lo cierto es que se adivinan otros mudéjares, como el uso de alfices para encuadre de de algunos arcos (véase el de la torre del homenaje) o el mismo carácter repetitivo de los escudos, pero sobre todo se aprecia en las salas interiores, tanto por su decoración con imitación sobre el estuco del aparejo de sillar, como en algunas bóvedas, así como en la decoración con yeserías de las que daba testimonio R. Ramírez de Arellano (Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba. Con notas de J. Valverde Madrid. Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Córdoba, 1982, pp. 462-465).
El castillo está rodeado de una muralla que tiene vestigios de época musulmana. El núcleo es de planta trapezoidal, con torres cuadradas en las esquinas y otras de refuerzo en el centro de cada lienzo, destacando entre todas ellas la del homenaje, que se ha dicho inspirada en la del Clavero en Salamanca, de 1470; cargo que ocupó en la Orden de Alcántara don Francisco de Sotomayor (V.V.A.A. (dir.: Bernier Luque, J.). Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba. Diputación Provincial. Córdoba, 1981, t. 1, p. 229).
Como paralelismos de este blasón podemos citar los ejemplares ubicados en las ventanas del propio castillo y en el inmueble que ocupó antiguamente la Administración de la Casa de Osuna, en la calle Blas Infante, 15; escudos estos últimos que al parecer proceden del castillo, al igual que varios alfarjes decorados y pintados.
Desde aquí nos hacemos eco del deseo de muchos de que esta soberbia fortaleza sea recuperada y se evite un deterioro progresivo que lleve a una irreparable ruina.